Creo que esto es algo que ha podido experimentar cualquier persona. Nuestro estado subjetivo de ánimo, nuestra fuerza, nuestra resistencia en las batallas diarias parece oscilar en el tiempo como un péndulo. Todos hemos comprobado alguna vez que algunos días nos levantamos con energía para hacer lo que sea, y que es muy dificil que nada nos afecte. En cambio hay ocasiones en que cualquier esfuerzo parece un mundo. Hay menos ganas. Es más facil que nos enfademos y que perdamos los nervios. Los practicantes de chikung no estamos exentos de estas oscilaciones aunque somos mas conscientes de ellas. Si cada mañana una parte de mi práctica consiste en "habitar el cuerpo", observar mi respiración, mi eje, mis tensiones, obviamente tendré mucha información sobre como me encuentro, que quizá me pasaría por alto si no me parara unos minutos a observarme.
Aun así, el observarse no evita las oscilaciones, que son totalmente naturales y tienen que ver con multiples factores. Algunos los podemos intentar controlar: alimentación, consumo de tóxicos, actividad física, estimulos emocionales (favorables o no),...; otros no los podemos controlar: influencia del clima, fases lunares, estaciones y otros.
Si escribieramos un diarío es posible que detectaramos estas fluctuaciones en nuestro estado energético con claridad. Yo no lo hago pero tengo la sensación clara en algunos momentos de haber llegado a un punto donde la tendencia cambia.
Hay fases en las que cuando suena el despertador me levanto sin perezosear demasiado y cumplo lo que tengo previsto: entrenamiento chikung, meditación, trabajo, lo que sea. La voluntad es fuerte y eso se retroalimenta en actitudes que la hacen aún más fuerte. Me siento contento y evito los conflictos con facilidad. Estoy centrado. Es un estado agradable. Pero en algún momento todo cambia. Sin darme mucha cuenta, quizá un día perezoseo un poco más y dedico menos tiempo del que me gustaría al entrenamiento (la discipina nunca ha sido mi fuerte). Casi sin darme cuenta un día ni siquiera me levanto hasta el último momento; en el trabajo, es posible que alguna tensión me afecte más de la cuenta, y hasta es posible que discuta con alguien, dando clase la atención se escapa más de lo deseado. ¿Que ha pasado? Estoy en el otro lado, en el punto bajo de la fase energética. Normalmente en este momento si soy espabilado, trataré de favorecer la inversión de tendencia de nuevo mediante mi voluntad. Darse cuenta de estos altibajos puede ser muy útil. Me ayuda a aceptar con humildad los momentos bajos y saber aprovechar los momentos más fuertes. La filosofía Taoista en su simplicidad explica perfectamente estos cambios. El Yang crece, sube y sube pero llega un momento que el Yin tira de el hacia abajo, su misión es sujetarlo. Esto es necesario. No se puede subir eternamente, nos quemaríamos con el sol como en el mito de Ícaro, nos desgastaríamos demasiado pronto. Es entonces apertir del momento de energía máxima, cuando el Yin empieza a crecer y decrece el Yang. El Yin quiere hacer de nuevo acopio de nutrientes, absorver, para que luego el Yang pueda expresar y crecer de nuevo. Por eso durante un tiempo el cuerpo se vuelve más yin y nos encontramos menos activos, el Yang está simplemente esperando su momento para volver a crecer. Hay que adaptarse a estas oscilaciones naturales. Si el cuerpo te pide dormir un poco más hazle caso: acuéstate temprano, quizá dedicar en chikung algo más de tiempo a trabajo interno y meditativo y movernos menos. Si sentimos frío abrigarnos más. Si no estamos muy comunicativos, no forzarnos a hablar. Se trata de ir a favor de la corriente, aprovechar su fuerza para ahorrar energía. Esto es por supuesto, el caso de un individuo en buen equilibrio. Otro asunto sería cuando el estado de ausencia de Yang, se perpetua o es demasiado largo. Entonces hay que analizar las causas: ir al médico.
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