El qigong (pronunciado chikung) comprende un conjunto de ejercicios y técnicas de origen chino destinadas a mejorar la salud en general.
Su significado literal en chino es qi=energía, y gong= trabajo, por tanto “ trabajo con la energía” o “trabajar la energía”, si bien esto es una simplificación ya que la traducción del concepto de qi entraña dificultades a los expertos y se proponen traducciones alternativas como “aliento vital” y otras cosas bastante abstractas. Lo cierto es que en nuestra tradición cultural nos hemos preocupado poco de ese tipo de cosas y por eso hoy en día mucha gente ni siquiera contempla que pueda existir algo como el qi. Esto es totalmente lógico si pensamos que ni siquiera existe una palabra en nuestro idioma (tampoco en inglés, francés, italiano, alemán, etc, que yo sepa) para designarlo. Los chinos (no solo ellos también en Japón se habla de ki y en india de prana) conservan sin embargo desde hace siglos una palabra para designar “eso” y se han dedicado a observar los beneficios de trabajar sobre él.
A lo largo de la historia los estudiosos y practicantes del qigong eran a menudo médicos y artistas marciales, que trasmitían los conocimientos directamente de maestro a discípulo, existiendo en muchos casos un enorme secretismo, derivado del poder que estos podían otorgar.
Afortunadamente para nosotros hoy en día gran parte de estas técnicas se han popularizado y están a disposición de quien quiera beneficiarse de ellas con su práctica.
Para realizar este trabajo con eficacia se proponen un conjunto de técnicas y procedimientos relacionados con la postura y el movimiento (el cuerpo), la respiración (cuerpo y mente) y la concentración (la mente).
Si observamos a un practicante qigong o tai chi (una forma particular de qigong) seguramente parecerá evidente el beneficio que esa persona está produciendo sobre sus articulaciones, ligamentos y músculos, como cualquier tipo de gimnasia. Lo que a lo mejor no es tan evidente es el trabajo que estará realizando en el flujo energético de sus sistemas corporales, dado que el qi no es visible.
“La energía del cuerpo humano constituye la base de nuestra salud. Cuando esa energía alcanza su nivel más alto, el sistema inmunitario funciona a pleno rendimiento. Si la energía disminuye nos volvemos vulnerables. La energía es esencial en la curación. Esta energía puede llegar de muchas maneras, pero en el fondo son nuestras propias reservas de energía las que generan la fuerza interna que nos permite conservar la salud y superar la enfermedad. La energía es la base de la vida. Sin ella moririamos. Todas las células de nuestro cuerpo necesitan energía para vivir. Gracias a ellas se mantienen en constante movimiento, se reproducen y renuevan continuamente.” (Extraido de “El poder curativo del Chi kung” del maestro Lam Kam Chuen)
Por ello la ciencia moderna se ha parado estudiar el fenómeno del qi, llegando a resultados interesantes.
“La mayor parte de las evidencias sobre las correlaciones cuantificables del qi se han acumulado alrededor del fenómeno de la bioelectricidad. Si bien el qigong causa cambios físicos evidentes (relajación muscular, respiración y postura relajadas), algunos de sus efectos curativos más poderosos son debidos a su influencia sobre la energía electromagnética del cuerpo. Un cuerpo sano genera una energía sana y de manera recíproca una bioelectricidad (qi) sana generará un cuerpo sano” (extraído de “El arte y la ciencia de la curación energética china” de Kenneth S, Cohen).
La práctica del qigong está recomendada a cualquier edad. Mucha gente comienza a practicar a edad avanzada si bien, por acumulación sus efectos serán mayores cuanto antes se empiece. Además los ejercicios de qigong se pueden adaptar fácilmente a las limitaciones físicas de los enfermos o incapacitados por algún motivo. La práctica diaria es lo más recomendable y el tiempo a dedicar depende mucho de la personas.
Los momentos ideales serían recién levantados antes de acostarnos y el lugar ideal un parque o por supuesto si fuera posible un bosque. Si no es posible y se ha de practicar en casa es mejor hacerlo en un lugar ventilado, donde se pueda respirar aire fresco del exterior
En mi opinión es indispensable la ayuda de un instructor, por lo menos en las primeras etapas de aprendizaje. Si bien, en poco tiempo, el alumno habría de ser capaz de practicar por su cuenta (o con ayuda de libros, DVD, etc.) con eficiencia.
Cada uno marca su propio camino con la práctica. Si se practica con constancia el cuerpo lo agradece en salud, bienestar, buen humor, relajación, capacidad de concentración y un largo etc.
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